viernes, 8 de enero de 2016

EL USURPADOR (capitulo 7)

Esteban, un sábado por la mañana, instalado en su recamara, decide no esperar más para comunicarse con su familia. Siente la necesidad de estar con ellos, y si para eso tiene que arriesgarse a situaciones que lo pongan en peligro, ya no le importa. Cree que su amigo, lo entenderá, porque cualquier padre desesperado haría lo mismo por intentar salvar a su familia de un sicópata. «Presionar un poquito y toda caerá por su propio peso», recuerda lo que le había dicho Roberto. Y eso es exactamente lo que está dispuesto a hacer.
Esteban busca en su agenda del celular, el contacto de sus hijos. Pero cuando se dispone a realizar la llamada; su celular timbra, indicando una llamada entrante.
−Es Martha –susurra Esteban−. ¿Le contesto o no le contesto?
Mientras decide en contestar la llamada, esta se cuelga, pero enseguida entra otra. Esta vez Esteban contesta:
−Hola Martha, ¿como estás?
−«Muy bien, precisamente te estaba llamando para que me ayudaras en algo que tiene que ver con mi negocio».
− ¿Dime en que te puedo ayudar?
−«Estuve viendo por internet unas especies de flores de alta calidad, y quería que me ayudaras con tus influencias de la provincia de Chiriquí, para que me las consigan. Lo que pasa es que mañana, muy temprano sale para acá el señor que las transporta y la compañía ya cerró las órdenes de compra».
−Está bien cariño, iré en cuanto pueda –añade Esteban.
−«Te espero acá, te sugiero que llames inmediatamente, ya que las oficinas en Chiriquí cierran temprano».
Martha cuelga la llamada, y Esteban da gracias que fuese así, ya que mientras hablaba con ella, pensó por un momento hablarle de su enemigo Leonel. Esteban agradece a Dios, por ayudarlo, él está convencido de que la llamada inesperada de su esposa, es un milagro; milagro que él aprovechó, para comprometer a su posible hermano.

***
Leonel llega a la casa, a las siete de la noche. En la sala está la empleada de la casa, Edilsa.
Edilsa es una joven trigueña, que lleva trabajando con la familia caballero, más de una década. Ella ha visto crecer a los hijos de la familia Caballero.
−Señor Esteban, su esposa lo espera en la recamara –le indica Edilsa
− ¿Te dijo de qué se trataba? –pregunta Leonel.
−No, solo me dijo que le avisara, apenas usted llegara.
Leonel sube las escaleras. Luego entra en la recamara, y saluda a la señora Martha:
−Buenas noches cariño, me dijo la empleada que me estabas esperando.
−Cuando te llamé al mediodía, era porque tu ayuda para mí era importante, especialmente para el negocio, pero al parecer no te importó. Ahora perdí una oportunidad que dudo que se vuelva a repetir.
− ¿Cuando me llamaste? −pregunta Leonel.
−Hasta ese punto has llegado Esteban, ¿has perdido la memoria?
La reacción de Martha es muy frustrante, algo que no acostumbra hacer, ya que a pesar de los problemas, jamás se le había visto perder la calma.
Pero Leonel relaja la situación, preguntando lo siguiente:
− ¿A cuál número llamaste?
−Al tuyo, ¿a cuál más? −Responde Martha.
− ¿Estás segura Martha?, déjame revisar tu celular.
Martha le entrega el teléfono, y allí él se percata que aún ella tiene registrado el número celular de Esteban. Al instante Leonel le reclama.
−Pero es que aun tienes el número que ya no estoy usando.
− ¿Y que le pasó a tu teléfono?
−Se me extravió en un restaurante.
− ¿Entonces no lo reportaste, para que recuperaras la mima línea?
− ¡No!, eso es pérdida de tiempo para mí, y tiempo es lo que no tengo. Solo compré un nuevo teléfono, y se me había olvidado darte el nuevo número.
−Esteban, ¿entonces con quien hablé?, porque era tu voz −Dice Martha extrañada.
−Pues, casualidad de la vida, o ese hombre que hurtó mi teléfono, ensayó mucho mi voz, o es que definitivamente su voz es parecida a la mía –le dice Leonel, convenciéndola una vez más−. Pero no te preocupes, si vuelve a llamar, me avisas para reportarlo a las autoridades.

En ese momento Leonel elimina el contacto y agrega su actual número.

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