Esteban,
un sábado por la mañana, instalado en su recamara, decide no esperar más para
comunicarse con su familia. Siente la necesidad de estar con ellos, y si para
eso tiene que arriesgarse a situaciones que lo pongan en peligro, ya no le
importa. Cree que su amigo, lo entenderá, porque cualquier padre desesperado
haría lo mismo por intentar salvar a su familia de un sicópata. «Presionar un poquito y toda caerá por su
propio peso», recuerda lo que le había dicho Roberto. Y eso es exactamente
lo que está dispuesto a hacer.
Esteban
busca en su agenda del celular, el contacto de sus hijos. Pero cuando se
dispone a realizar la llamada; su celular timbra, indicando una llamada
entrante.
−Es
Martha –susurra Esteban−. ¿Le contesto o no le contesto?
Mientras
decide en contestar la llamada, esta se cuelga, pero enseguida entra otra. Esta
vez Esteban contesta:
−Hola
Martha, ¿como estás?
−«Muy bien,
precisamente te estaba llamando para que me ayudaras en algo que tiene que ver
con mi negocio».
− ¿Dime en que te puedo
ayudar?
−«Estuve viendo por internet unas especies de flores
de alta calidad, y quería que me ayudaras con tus influencias de la provincia
de Chiriquí, para que me las consigan. Lo que pasa es que mañana, muy temprano
sale para acá el señor que las transporta y la compañía ya cerró las órdenes de
compra».
−Está bien cariño, iré
en cuanto pueda –añade Esteban.
−«Te espero acá, te
sugiero que llames inmediatamente, ya que las oficinas en Chiriquí cierran
temprano».
Martha cuelga la llamada, y Esteban da gracias que
fuese así, ya que mientras hablaba con ella, pensó por un momento hablarle de
su enemigo Leonel. Esteban agradece a Dios, por ayudarlo, él está convencido de
que la llamada inesperada de su esposa, es un milagro; milagro que él aprovechó,
para comprometer a su posible hermano.
***
Leonel llega a la casa, a las siete de la noche. En
la sala está la empleada de la casa, Edilsa.
Edilsa es una joven trigueña, que lleva trabajando
con la familia caballero, más de una década. Ella ha visto crecer a los hijos
de la familia Caballero.
−Señor Esteban, su esposa lo espera en la recamara
–le indica Edilsa
− ¿Te dijo de qué se trataba? –pregunta Leonel.
−No, solo me dijo que le avisara, apenas usted llegara.
Leonel sube las escaleras. Luego entra en la
recamara, y saluda a la señora Martha:
−Buenas noches cariño, me dijo la empleada que me
estabas esperando.
−Cuando te llamé al mediodía, era porque tu ayuda
para mí era importante, especialmente para el negocio, pero al parecer no te
importó. Ahora perdí una oportunidad que dudo que se vuelva a repetir.
− ¿Cuando me llamaste? −pregunta Leonel.
−Hasta ese punto has llegado Esteban, ¿has perdido
la memoria?
La reacción de Martha es muy frustrante, algo que no
acostumbra hacer, ya que a pesar de los problemas, jamás se le había visto
perder la calma.
Pero Leonel relaja la situación, preguntando lo
siguiente:
− ¿A cuál número
llamaste?
−Al tuyo, ¿a cuál más? −Responde Martha.
− ¿Estás segura
Martha?, déjame revisar tu celular.
Martha le entrega el teléfono, y allí él se percata
que aún ella tiene registrado el número celular de Esteban. Al instante Leonel
le reclama.
−Pero es que aun tienes
el número que ya no estoy usando.
− ¿Y que le pasó a tu
teléfono?
−Se me extravió en un
restaurante.
− ¿Entonces no lo
reportaste, para que recuperaras la mima línea?
− ¡No!, eso es pérdida
de tiempo para mí, y tiempo es lo que no tengo. Solo compré un nuevo teléfono,
y se me había olvidado darte el nuevo número.
−Esteban, ¿entonces con
quien hablé?, porque era tu voz −Dice Martha extrañada.
−Pues, casualidad de la vida, o ese
hombre que hurtó mi teléfono, ensayó mucho mi voz, o es que definitivamente su
voz es parecida a la mía –le dice Leonel, convenciéndola una vez más−. Pero no
te preocupes, si vuelve a llamar, me avisas para reportarlo a las autoridades.
En ese momento Leonel elimina el contacto y agrega
su actual número.
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