Esteban está sentado en unos de las banquetas de la planta
baja de la del edificio de la universidad, donde estudian sus hijos. Ve cuando Gabriel,
Katrina y otra chica salen de allí, y caminan hacia el estacionamiento donde
está ubicado el auto. Un auto que Esteban no le ha comprado a Gabriel.
−Este debe ser un regalito de Leonel –habla para si
mismo Esteban.
La joven que acompaña a los jóvenes, es la novia de Gabriel. Ya que
ella abraza a Gabriel, lo besa y se despide. Su auto está cercano, ella entra
en él y se marcha.
Mientras Katrina guarda sus pertenencias en el
maletero del auto, Esteban se les acerca. Él lleva un gorro azul, y lentes
oscuros. Con una alcancía en la mano, da a entender que es un limosnero.
Gabriel al verlo tan cerca, le dice:
−Diga señor, ¿necesita algo?, ¿Necesita
dinero? –al verle la alcancía en mano, toma unas monedas y las deposita.
−No hijo, solo quiero hablar contigo y
con tu hermana.
−Pero dígame quien es usted, ¿Nos conoce?
Katrina cierra el maletero del auto y se para al
lado de su hermano, en vista de la plática que él mantiene con el sujeto.
− Soy Esteban, soy tu padre –continua
hablando Esteban.
− ¿Nuestro
padre?, ¡pero a que está jugando!, si está bromeando le pido que se vaya.
Vámonos de aquí, Keiti −dice Gabriel, abriendo la puerta del auto, para que su
hermana entrara.
−La
verdad es que no tengo mucho tiempo, así que se los diré: no tengo carro, no
tengo documentos para demostrar lo que estoy diciendo, pero es que no tengo
nada, todo me lo quitó Leonel, desde que ha estado ocupando mi lugar en la
familia.
Gabriel no lo deja seguir hablando, y recuerda que
ese es el señor que los ha estado acosando por el móvil.
−Vaya, vaya, pero si usted quien nos ha estado
molestando…sabemos que le robó el celular a mi padre. Le ruego que nos deje tranquilos, que deje de acosarnos,
o en este momento llamaré a seguridad.
− ¡No!, no es necesario. – pronuncia Esteban,
mientras se distancia, pero les dice a los jóvenes unas últimas palabras:
−Le digo que es cierto, Keiti, Gabo, no estoy
inventando nada, tienen que cuidarse de Leonel.
Esteban se marcha de la
universidad, caminando hacia al apartamento, ya que está a unas cuadras de allí.
Gabriel muy enojado,
mira a Katrina y le dice:
− ¿Pero qué carajo está pasando aquí?,
¡Será que ese señor no dejará de acosarnos!
Katrina le responde:
− ¿Y qué quieres hacer?, porque podemos
denunciarlos con la policía ahora o ir con nuestro padre, él sabrá que hacer.
−Pues,
vamos a la oficina de papá, porque esto ya me está desagradando.
Gabriel maneja muy apresurado durante aproximadamente
veinte minutos hasta llegar al bufete. Ellos piden a la secretaria, que
necesitan hablar con su padre. Inmediatamente Leonel se entera que los jóvenes están
allí, los hace pasar al despacho.
− ¡Hijos ustedes aquí!, ¿que los hizo venir?, que
para que estén aquí tiene que ser algo urgente.
−Papá, aquel hombre extraño que nos estuvo
molestando, fue a la universidad.
− ¿Cómo y qué les dijo?
− ¿Y qué nos dijo papá?,
¿Es lo único que te interesa? −Habla Katrina, muy nerviosa y alterada, «y no es para menos por lo que están pasando».
−Disculpa hija, no quise decir eso, pero
veo que están bien.
−Gracias a Dios no estaba armado, y lo amenazamos de
que si no se marchaba llamaríamos a la policía. Fue la única manera que
encontramos para apartarnos de ese loco desquiciado. ¡Papá tienes que acompañarnos
a interponer la denuncia! –repone, Gabriel.
−Sí hijos, vamos ya.
La estación policial está a tres cuadras de la
empresa, por lo tanto llegan en minutos. El agente Felipe González, de tez
morena y de un metro con ochenta centímetros de estatura, interroga a los
jóvenes.
Terminada la denuncia, los muchachos van a la casa, y
Leonel hacia el bufete. Leonel le agradece al agente Felipe González vía Whatsapp,
por tomar la denuncia, también le pide que no investigue el caso.
Seguir leyendo aqui.
Seguir leyendo aqui.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario