Capítulo 6
Ramón mira a su esposa,
luego a los pequeños, y por último a su patrona. Da un paso adelante y por su
gesto, da entender que revelará algo importante.
−Yo me encargué de votar los
residuos de la estatuilla –Ramón bajo la mirada, para no ver el rostro de su
jefa.
En vista que su patrona no
le dice nada, se dispone a continuar hablando. Pero antes mete una mano al
único bolsillo que posee la camisa. Su rostro refleja algo de asombro. Todos lo
miraban, expectativos. Sacó la mano del bolsillo y en su mano tenía una llave.
Se la muestra a su jefa, ella la toma inmediatamente.
− ¡La llave del auto!
–expresa muy dolida por lo que ven sus ojos−. ¿Porque estaban en tu camisa,
Ramón?, te pregunte si sabias de la llave y me lo negaste.
−Señora, le aseguro, que no
sé cómo llegó la llave al bolsillo de mi camisa.
−Pero estaba en tu camisa.
Ahora quiero que sepas, que esa broma te costará el empleo.
−No señora –expresó Ramón, arrodillándose−.
No quiero que me aparte de los niños. Ustedes son como mi familia.
− ¡Estas despedido! En este
mismo momento, empacaras tus cosas y te iras de la casa.
Aun Ramón seguía postrado de
rodillas. Rita bajó del sofá, caminó hasta donde su madre. La mira fijamente.
Los ojos de Rita dejan salir unas lágrimas, que luego lo acompaña de un llanto
desgarrador. Todos están asombrados. No saben a que se debe aquello.
− ¡Mami!, yo tomé la llave y
la coloque en la camisa de Ramón.
− ¡Qué! –respondieron al
unísono, menos Manuel.
− ¡Mi amor! Cálmate ya.
Explícame porque lo hiciste –le pidió Sofía a su pequeña.
Rita dejó de llorar y miró a
su madre, quien la miraba solo esperando una respuesta.
−Escondí las llaves, porque
no quería que papi se fuera.
− ¡Ay hija!
Sofía toma a su hija en los
brazos y le dice: −Ya sabes, que papi trabaja mucho. Pero él regresará, y te
traerá muchos regalos.
− ¿Si mami? –parecía que
Rita le preguntaba a su madre.
−Si hija. Ahora prométeme
que no harás mas bromas como estas.
−Lo prometo mamá.
Ramón y su esposa se
miraron, ocultando una risa que casi se les escapa. Y es que, quien le pide a
una niña de cinco años, que deje de hacer travesuras, cuando las mismas están a
la orden del dia. Es la naturaleza de los niños.
−Mami, ahora que sabes que
yo escondí las llaves. Podrías dejar que Ramón se quede, él no tiene la culpa.
No lo puedes despedir por mi culpa.
−Si Ramón, ponte de pie. Ya
no tendrás que irte –habló Sofía, brindándole una sonrisa.
Cuando ya todo estaba en
calma, Mabel le dice a su patrona:
−Señora, ya el almuerzo esta
listo para servir.
− ¡perfecto! Nana. Hijos
vamos a almorzar. Ustedes también –señalando a Ramón y a su esposa.
Sofía camina en dirección
hacia el comedor, con Rita en brazos. Manuel lo hace al lado de Ramón, y quién
lo detiene, agarrándolo por la camisa. El jardinero supone que el pequeño
quiere decirle algo, se agacha. Manuel le susurra al oído:
−Gracias, por no revelar la
verdad, acerca de la estatuilla.
−No tienes porque darme las
gracias. No iba a dejar que castigaran a mis nietos. Además su madre tarde o
temprano lo descubrirá.
− ¿Nietos? –Preguntó el
pequeño.
−Sí. Manuel. Pero eso será
otra historia. Por ahora vayamos al comedor, que nos espera tu madre.
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