viernes, 15 de abril de 2016

Una llave con pies (Capitulo 6)

Capítulo 6


Ramón mira a su esposa, luego a los pequeños, y por último a su patrona. Da un paso adelante y por su gesto, da entender que revelará algo importante.
−Yo me encargué de votar los residuos de la estatuilla –Ramón bajo la mirada, para no ver el rostro de su jefa.
En vista que su patrona no le dice nada, se dispone a continuar hablando. Pero antes mete una mano al único bolsillo que posee la camisa. Su rostro refleja algo de asombro. Todos lo miraban, expectativos. Sacó la mano del bolsillo y en su mano tenía una llave. Se la muestra a su jefa, ella la toma inmediatamente.
− ¡La llave del auto! –expresa muy dolida por lo que ven sus ojos−. ¿Porque estaban en tu camisa, Ramón?, te pregunte si sabias de la llave y me lo negaste.
−Señora, le aseguro, que no sé cómo llegó la llave al bolsillo de mi camisa.
−Pero estaba en tu camisa. Ahora quiero que sepas, que esa broma te costará el empleo.
−No señora –expresó Ramón, arrodillándose−. No quiero que me aparte de los niños. Ustedes son como mi familia.
− ¡Estas despedido! En este mismo momento, empacaras tus cosas y te iras de la casa.
Aun Ramón seguía postrado de rodillas. Rita bajó del sofá, caminó hasta donde su madre. La mira fijamente. Los ojos de Rita dejan salir unas lágrimas, que luego lo acompaña de un llanto desgarrador. Todos están asombrados. No saben a que se debe aquello.
− ¡Mami!, yo tomé la llave y la coloque en la camisa de Ramón.
− ¡Qué! –respondieron al unísono, menos Manuel.
− ¡Mi amor! Cálmate ya. Explícame porque lo hiciste –le pidió Sofía a su pequeña.
Rita dejó de llorar y miró a su madre, quien la miraba solo esperando una respuesta.
−Escondí las llaves, porque no quería que papi se fuera.
− ¡Ay hija!
Sofía toma a su hija en los brazos y le dice: −Ya sabes, que papi trabaja mucho. Pero él regresará, y te traerá muchos regalos.
− ¿Si mami? –parecía que Rita le preguntaba a su madre.
−Si hija. Ahora prométeme que no harás mas bromas como estas.
−Lo prometo mamá.
Ramón y su esposa se miraron, ocultando una risa que casi se les escapa. Y es que, quien le pide a una niña de cinco años, que deje de hacer travesuras, cuando las mismas están a la orden del dia. Es la naturaleza de los niños.
−Mami, ahora que sabes que yo escondí las llaves. Podrías dejar que Ramón se quede, él no tiene la culpa. No lo puedes despedir por mi culpa.
−Si Ramón, ponte de pie. Ya no tendrás que irte –habló Sofía, brindándole una sonrisa.
Cuando ya todo estaba en calma, Mabel le dice a su patrona:
−Señora, ya el almuerzo esta listo para servir.
− ¡perfecto! Nana. Hijos vamos a almorzar. Ustedes también –señalando a Ramón y a su esposa.
Sofía camina en dirección hacia el comedor, con Rita en brazos. Manuel lo hace al lado de Ramón, y quién lo detiene, agarrándolo por la camisa. El jardinero supone que el pequeño quiere decirle algo, se agacha. Manuel le susurra al oído:
−Gracias, por no revelar la verdad, acerca de la estatuilla.
−No tienes porque darme las gracias. No iba a dejar que castigaran a mis nietos. Además su madre tarde o temprano lo descubrirá.
− ¿Nietos? –Preguntó el pequeño.
−Sí. Manuel. Pero eso será otra historia. Por ahora vayamos al comedor, que nos espera tu madre.

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