Sin notificar
a su amigo, Roberto, desde el bufete, contacta a unos médicos privados,
especializados en la atención de pacientes que sobreviven a un estado de coma.
Les hace saber que los necesita con urgencia, sin importar el costo de sus
servicios a domicilio. Él queda de verse con ellos a la hora del almuerzo.
El
señor Roberto llega al local ubicado cerca del bufete, los especialistas ya
están allí. Él reconoce enseguida al doctor Miguel y a la Fisioterapeuta Gretel,
por las características físicas de ambos.
El
señor Roberto avanza en dirección hacia ellos y los saluda atentamente.
El
doctor, es de tez blanca y de baja estatura, con una panza abultada, y
alcanzando los sesenta años. Gretel, es una morena de mediana estatura, que no
pasa de los treinta y cinco años.
Luego
de que una joven ha servido los cafés que los tres habían ordenado, el señor
Roberto se dirige a los especialistas:
−Mi amigo acaba de salir del estado de coma. Por
lo tanto, los he buscado para que le brinden su ayuda, y lo examinen, por si
algo no anda bien. Ustedes son los especialistas. Sabrán que hacer.
−
¿Cuánto tiempo estuvo su amigo en coma? –Pregunta el doctor.
−Casi
un mes.
−Por
lo visto salió victorioso del coma. ¿Cómo se encuentra su amigo?, ¿Puede
caminar?, ¿puede…?
−Si
claro doctora, él camina, habla perfectamente, recuerda todo. –aúna Roberto.
−
¿Y por qué no lo lleva a un hospital? –le pregunta el doctor.
−Los
doctores me dijeron que él necesitaba reposo, pero además de eso, quiero
asegurarme, que él esté bien. Con todo respeto, necesito que me digan, si
podrán ayudarme. Porque de lo contrario, buscaré a otros médicos.
−Claro
que si señor Roberto, de mi parte acepto atender a su amigo –aclara la
fisioterapeuta.
Roberto
y la fisioterapeuta, miran al doctor. Quien parece tener una disputa en su
mente, para tomar una decisión.
−
¿Me puede asegurar, que no tendré problemas?, ¿y que no está ocultando algo
grave?
−Claro
que no doctor, esto es realmente serio y no estamos escondiendo nada. Los
necesito para más tardar mañana temprano en mi casa. Allí podrá ojear el
reporte médico que le redactaron en el hospital Santo Tomas.
−Pues,
cuente conmigo. –le dice el doctor a Roberto, estrechándole la mano.
Los
médicos anotan la dirección del paciente. Seguidamente, Roberto paga la cuenta
de los tres cafés, se levantan de la mesa, y caminan hasta la salida. Allí se
despiden, no si antes, Roberto, les recuerda que los esperara en su casa,
temprano.
***
Por
otro lado, Esteban ha salido de su dormitorio al mediodía, y ha mandado
preparar un té de manzanilla con Lucia. Ella lo ha servido en una taza y se lo
ha entregado.
Esteban
camina hasta el sofá de la sala, y se reconforta en él. Agarra el celular, y
abre su cuenta en la red social de facebook.
Ninguno de sus hijos está conectado. Entra a su perfil, ve las fotos que
compartió con la cuenta de sus hijos sus hijos, dos meses atrás.
Debido
a las circunstancias por las que está pasando, se ha dado cuenta, que poseer
una cuenta de facebook, ha sido una buena elección. Allí ve las fotos que sus hijos suben a la red
social. Esteban ha recordado que si fuera por él, no hubiese abierto una
cuenta. También ha recordado que la idea fue de sus hijos, de adaptarlo a las
redes sociales.
Algo
que no puede saber Leonel, a menos que sea un adivino, es la contraseña de su cuenta –y a Esteban eso lo tranquiliza.
Esteban
ha desinstalado la aplicación de mensajería instantánea: Whatsapp. No quiere levantar sospechas. Tampoco puede permitirse
que sus contactos lo detecten en línea.
Él quiere ser precavido y cree saber la manera de llegar a sus hijos.
Una notificación de facebook, le indica que ha sido
etiquetado. En las fotos del álbum «Cumpleaños
#46 de mamá», aparecen sus hijos, Gabriel y Katrina; también Martha…y un hombre.
Es él, pero no es él,…ya que había
estado en coma para el cumpleaños de su esposa.
− ¡Es idéntico a mí! ¡Por Dios! –dice sorprendido
Esteban, llevándose una mano a la cabeza−. Pero esto es imposible –continua−. A
menos... –hace una pausa−, de que sea cierta la historia que me contó mi tía.
En vez que el té lo relaje, lo ha puesto aun más
nervioso. Camina de un lado para otro. Lucia quien está cerca de él, le pide
que se relaje, pero no lo logra. «Como se
le puede pedir a un padre y esposo, calma, cuando su familia está en peligro, a
merced de un extraño».
Esteban Intenta varias veces llamar a Roberto, pero
se detiene, no quiere interrumpir a su amigo. Su enemigo está en su bufete y en
su oficina, −y eso lo tiene como un lobo enjaulado, sin saber que hacer−. No
puede correr el riesgo de que Leonel se entere de que estaba vivo −de eso si
está consciente.
Esteban
decide encender el televisor para ver si logra relajarse, y coloca un programa,
luego otro, y otro, hasta que Roberto llega a la casa, para la hora de la cena.
Esteban apenas lo ve entrar lo invita a sentarse.
−Roberto,
tengo una hipótesis hasta hora, de quien puede ser el hombre que está en mi
casa.
−A
ver cuéntame.
−Mira,
hace unas horas abrí mi cuenta de facebook. Vi una foto de mis hijos y de
Leonel celebrando el cumpleaños de Martha. Esa foto despertó en mí un recuerdo
que mi difunta tía me contó.
−
¿Que recuerdo? –pregunta Roberto, impaciente.
−Después
de la muerte de mis padres en el incendio, me mudé con mi tía. Ella me reveló
un secreto, en el cual decía que mi padre había mantenido una relación amorosa
con otra mujer, cuando ya estaba casado con mi madre. Esa mujer buscó a mi
padre, para darle la noticia de que estaba embarazada. Mi padre negó haberla
conocido y no reconoció a la criatura, esto porque no quería que mi madre se
enterara de ese desliz, él no quería perderla, y menos en esos momentos, ya que
mi madre también estaba embarazada de mí. Mi tía sospechó, que aquella mujer y
mi mamá podrían tener la misma cantidad de meses de embarazo. Me dijo que esos
detalles los sabía, ya que mi madre se lo había contado.
−Déjame
ver las fotos de facebook.
Esteban
le entrega el celular. Roberto observa las fotos unos segundos, y expresa:
−
¿Eso indica que tienes un hermano verdad?... ¿hermano? –Roberto se queda
perplejo, luego de lo que ha dicho−. ¡No puede ser! –habla unos segundos
después, saliendo de su asombro−. Eso quiere decir que es, es…
−
¡Si eso creo!, podría ser que definitivamente, Leonel sea mi hermano y que
tengamos la misma edad –afirma Esteban.
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