En menos
de treinta minutos llegan al residencial Condado
del Rey. Esteban observa el imponente edificio, de unos treinta pisos. Él sabe
de antemano la ubicación, debido a las repetidas ocasiones que había visitado a
Roberto.
Roberto
consigue abrir la cerradura, e invita a Esteban a pasar al ascensor. Llegaron hasta
el piso diez e ingresaron al apartamento B.
Esteban
se sentó en la habitación de la sala, y Roberto quedó de pie.
−
¿Necesitas algo?, para decirle a la empleada que te lo prepare.
−Solo
necesito un vaso con agua –contesta Esteban.
−Ya
vengo –repuso Roberto, dirigiéndose a la cocina−. Unos minutos después Roberto
regresa acompañado de una joven veinteañera y simpática. La joven le entregó el
vaso con agua a Esteban.
−Esteban,
te presento a la empleada.
−Lucia,
¡mucho gusto! –saluda la joven.
−Mucho
gusto Lucia –Esteban corresponde con una agradable sonrisa.
−Lucia,
es una joven del interior del país, ella es de mi absoluta confianza. –repuso
Roberto.
Después
del almuerzo, Esteban ha podido notar la preocupación de Roberto. Aunque ya
sabe de qué se trata, solo está esperando el momento para contárselo.
−Ven
Esteban –dice Roberto, llevándolo a una habitación−. Este será tu dormitorio.
Esteban
le agradece.
−Ahora
te dejaré descansar –dice Roberto.
Esteban
lo detiene y le dice:
−Espera
Roberto, creo que debo contarte todo. Ahora o después da lo mismo.
−No
tranquilo, puedo esperar.
−
¡Quiero contártelo!, ¡ven siéntate!
−Está
bien. ¿No tienes problema de que Lucia también escuche lo que me vas a decir?,
ella debe estar al tanto de todo, porque estará contigo todo el día en el
apartamento. Además te dije, que ella es de mi absoluta confianza.
−No
hay ningún problema, ve y tráela –responde Esteban.
−Ya regreso, voy por Lucia.
Roberto
sale de la habitación hacia la cocina. Minuto más tarde regresa con Lucia.
Roberto se sienta en el borde de la cama y Lucia queda de pie.
Esteban
empieza hablar sobre el extraño suceso, semanas atrás:
−Te
explicare lo que me pasó: Cuando regresaba del viaje de Bocas del Toro con Martha, en las instalaciones del aeropuerto de
Albrook, fui al baño, mi esposa quedó en la sala de espera. Llegó un policía al
baño, me pidió que lo acompañara fuera del aeropuerto, yo accedí sin oponer
resistencia. Entonces me llevó a una patrulla, que estaba estacionada cerca del
aeropuerto. El policía me pidió que entrara a la patrulla, pregunté la razón,
pero solo sentí un golpe en mi cabeza que me dejó inconsciente. Cuando desperté
estaba en algo que parecía ser una bodega. Yo estaba amordazado. Y antes de que
el policía me disparara me dio el nombre de la persona que mandó matarme.
−
¿Te dio el nombre? ¡Así de sencillo! –pregunta extrañado Roberto.
−Si
claro, pero porque yo se lo pregunte. Haciéndole ver que yo moriría, y por lo
menos debía saber quien me había mandando asesinar, antes de partir de este
mundo.
−
¡Muy astuto de tu parte!, ¿Cómo se llama ese hombre?
−Me
dijo que se llama Leonel.
−Leonel…
¿qué?, ¿Sabes su apellido? –pregunta Roberto.
−Desgraciadamente
no, solo me dio el nombre, y además era demasiado pedir, a escasos segundos de
morir.
−
Tienes razón. Pero Esteban: ellos no contaron, con que regresarías de la
muerte.
−
¡Así es!, y le doy a gracias a Dios, por darme una tercera oportunidad.
−
¿Tercera oportunidad?
−Sí.
Acuérdate que cuando estaba pequeño, casi muero incinerado.
−Ah
sí, ya lo recuerdo. Ahora escúchame con atención Esteban: para mí, esto que me
has contado, ha aclarado mis dudas.
−
¿dudas?..., ¿Sobre que?, ¿o sobre quién? –interrumpe Esteban.
−Así
es, mi querido amigo. Yo estaba dudando del hombre que había conocido. De mi
amigo…pero cuando me llamaste, me dejaste desconcertado. Sabía que la única
forma de aclarar las dudas, era yendo al hospital.
−Espera
un momento Roberto, ya me habías dicho que lo conocías…, a Leonel, ¿Cómo es él?
−
¡Si!, ya te había dicho que ese hombre vive en tu casa, y que es idéntico a ti.
Lo que no te dije es que, él atiende los asuntos de tu bufete, aunque solo se
ha dedicado a firmar los documentos… ¡Con razón, si no deberá tener el más
mínimo conocimiento de leyes!−expresa Roberto.
Esteban está atónito por lo que escucha.
−
¿Idéntico a mi?, pero eso es imposible, porque no tengo hermano.
−No
sé si es tu hermano, pero quien quiera que sea, está usurpando tu identidad
–declara Roberto.
−Pero
no sé quién es. ¿Y como mi familia no ha sospechado nada de él?
−Entérate
Esteban, que si tu familia no ha sospechado nada, es porque precisamente es idéntico
a ti. Puede ser que tengas un hermano gemelo y tus padres no te lo dijeron.
Porque si no es así, entonces como se explica la llegada de ese hombre. Además
sospecho que el intento de tu muerte está relacionado con él.
−
¿Tú crees que es Leonel?..., pero,… ¿Cómo?
−Puede
ser que te conozca y también a tu familia.
−Eso
es una tontería. Estoy seguro que no tengo hermano gemelo. Roberto, lo que no
puedo imaginar, es como están mis hijos, Keiti y Gabo, y mi esposa. Ellos no
saben que están con un matón.
Roberto
se compadece tanto, al escuchar las tristes palabras de su amigo, que seguidamente
le sugiere:
−Ahora
lo más importante es que te relajes, ya tendremos el tiempo para descubrir su
verdadera identidad.
−
¿Eso quiere decir que me ayudaras? –dice Esteban muy contento.
−
¡Pero claro!, me pediste que no te abandonara en estos momentos, ¿o no?, ¡eso
es lo que voy a hacer!, ¡ayudarte! .Llegaremos hasta las últimas consecuencias,
hasta que recuperes tu vida y a tu familia –le promete Roberto.
−Gracias,
no tendré como pagarte lo que haces por mí. Ahora seré yo el que te deba
favores.
−No
me debes nada, porque sé que tú harías lo mismo por mí.
Esteban
asiente. Y enseguida pide a su amigo, permitirle pasar un tiempo en el
apartamento. Roberto no se niega a la petición de Esteban.
No
hay mayores inconvenientes para Roberto, ya que aparte de la empleada Lucia, no
hay nadie más viviendo con él. Ya que él se divorció hace dos años.
Tiene
una hija mayor de edad, pero que ha decidido vivir con la madre. Su hija lo
visitaba cada semana, ahora no, debido a que está estudiando en el extranjero.
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