sábado, 12 de septiembre de 2015

EL USURPADOR (Capitulo 5)

CAPITULO 5: Favor devuelto

A las ocho de la mañana del día siguiente…, mientras Esteban y su amigo disfrutan de una taza de café en la cocina, alguien toca el timbre del apartamento.
Lucia abre la puerta. Los médicos, Miguel y Gretel, preguntan por el señor Roberto. Lucia camina hacia el comedor, donde los señores están desayunando.
− ¡Señor Roberto!, lo buscan unos médicos, ¿los hago pasar?
− ¡Ah!, Ya llegaron. Gracias Lucía. Sí, hazlo pasar. Ven Esteban, te los voy a presentar.
Lucia se adelanta e invita a pasar a la sala a los doctores.
Roberto y Esteban Llegan hasta la sala, donde están los médicos, sentados en uno de los sofás de la sala, y a un lado lo que se podría suponer eran los implementos médicos.
−Doctor, doctora, este es el paciente. –dice Roberto señalando a Esteban. Esteban estrecha la mano de los especialistas, sin saber a que se debe la visita de estos en el apartamento.
− ¡Pero usted se ve lucido!, ¡no parece que haya salido de coma! –expresa el doctor.
−Roberto, no me digas que contrataste a estos doctores para que me atiendan.
−Si, Esteban. Te presento al doctor Miguel, de medicina general; y la fisioterapeuta, Gretel; quienes te ayudaran a recuperarte totalmente.
− ¡Pero si yo no lo necesito Roberto!, doctores realmente creo que mi amigo se ha equivocado, porque yo estoy bien.
− ¿Como sabe?, ¿Cómo sabe que está bien? –dice la fisioterapeuta, frenando a Esteban, y dejándolo impresionado por la reacción–. Usted puede decir que está bien de salud, y esperemos que sea así. Pero nuestro deber será atenderlo periódicamente durante un tiempo, hasta darle un resultado favorable a su situación. Cuando eso suceda, suspenderemos las visitas. Por ahora nuestro deber será, evaluarlo y ayudarlo en todo lo que necesite.
−Está bien –contesta Esteban, como  niño regañado, luego mira a Roberto y le dice – ¡esto costará mucho dinero!, ¡me da mucha pena contigo!
−No te preocupes Roberto, acuérdate que en el pasado hiciste algo por mí.
Roberto se refería a que cinco años atrás, Esteban lo ayudó a demandar a una empresa para la cual había laborado veinte años. El dueño de la empresa lo liquidó, sin causa justificada, pagándole una miseria, por haber laborado dos décadas. Luego que Esteban ganó el caso, Roberto quedó muy admirado y agradecido con el abogado. A partir de allí establecieron una amistad. El contador del bufete de abogados de Esteban renunció al puesto, la vacante quedó libre. Esteban sin pensarlo le ofreció la plaza a Roberto. Roberto quedó muy agradecido con Esteban por ayudarlo con el caso y por reclutarlo en el bufete de abogados. Roberto pidió a Esteban, que cuando necesitara una ayuda, contara con él.
− ¡Ah!, y no te había dicho que ya pague la cuenta del hospital –añade el señor Roberto.
− ¿También hiciste eso?
El señor Roberto lo confirma.
−Te dejaré en la ruina –prosigue, Esteban.
−No te preocupes amigo, todo sea por tu bienestar.
− ¡Está bien! –acepta Esteban−. ¡Todo sea por mi salud!, pero prometo pagarte hasta el último centésimo.
Los médicos, acompañados de Esteban, se dirigen a la habitación de éste. Roberto va a la cocina en busca de un refresco que Lucia ha estado preparando. Los médicos revisan a Esteban.
Roberto entra a la habitación, con una bandeja en las manos, y en ella tres vasos de refrescos, y se los entrega uno a cada uno.
Los doctores concluyen que el organismo  de Esteban está en su condición normal, el corazón, los oídos, y demás órganos. Ellos dan un pronóstico favorable para Esteban.
−Si todo marcha bien, en pocas semanas, Gretel, lo daría de alta. Porque yo a partir de este momento no tengo más nada que hacer acá. Usted no está desorientado, y como he notado tampoco tiene problemas de memoria ni emocionales. Por lo tanto, la ayuda que usted necesitara será a través de terapias, y la encargada de esto, es la fisioterapeuta. –manifiesta el doctor.
−Si usted coopera, podemos trabajar con las terapias activas. Estas constan de ejercicio físico, y ejercicio de la voz, principalmente. Aunque a leguas se nota que no las necesita –habla Gretel.
−Entonces, Esteban tendría que asistir a un gimnasio, porque aquí no tengo maquinas. –irrumpe Roberto.
−Si claro –dice la fisioterapeuta.
−Por eso no hay ningún problema, al lado de este edificio, hay un gimnasio, allí podría ejercitarse Esteban.
−Perfecto. –acota Gretel−. Doctor, necesito que haga una receta, con medicamentos para reforzamiento del cerebro, Esteban las necesita.
El doctor hace la receta inmediatamente y se la entrega a Esteban; quien a su vez se la cede a Roberto.
−Eso sería todo por hoy. –dice la fisioterapeuta.
−Perfecto, entonces me iré con ustedes, iré a la farmacia a comprar los medicamentos –añade Roberto.
Minutos después, los especialistas y Roberto salen del apartamento. Lucia los alcanza en el ascensor. Roberto le entrega a Miguel, el cheque correspondiente al pago por los servicios prestados. El doctor asegura estar disponible si alguna emergencia llegase a suceder. En la planta baja del edificio, Gretel promete estar al siguiente día temprano con Esteban. Roberto se despide de los doctores, y camina hasta la farmacia, a un costado del edificio, compra los medicamentos y se le entrega a Lucia, le pide que se encargue de suministrárselos a Esteban, y que cuide de él. Roberto entra a su auto y se dirige al bufete de abogados, ubicado en Bella Vista. Mientras que Lucia regresa al apartamento.

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