martes, 28 de junio de 2016

QUIEN ROMPIÓ LA ESTATUILLA

....................Esta novela de trama corta es la continuación y parte final de "Una llave con Pies".


Personajes: 

  • Sr Enrique
  • Sra Sofia
  • Rita
  • Manuel
  • Sra Mabel
  • Sr Ramón
  • Yga
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QUIÉN ROMPIÓ LA ESTATUILLA (I)

La señora Sofía junto a sus dos hijos, recibieron al señor Enrique  en el aeropuerto, quien regresaba a su país, después de estar fuera por motivo de trabajo.
Mientras iban de camino, Sofía le explicó a su esposo como ella encontró la llave del auto, el arrepentimiento de Rita y lo sucedido del casi despido de Mabel y Ramón.
Apenas llegó a su casa, enrique fue directo a saludar a sus queridos empleados. Por otro lado, Sofía ayudaba a sus hijos a abrir los regalos que su padre les había traído desde el otro lado del mundo.
Al rato Mabel y su esposo prepararon y sirvieron la cena. Todos, se sentaron en la mesa incluyendo a los empleados, quienes lo hacían así desde que Enrique se había marchado.
Cuando estaban terminando de cenar, el señor Enrique satisfecho, expresó, contento:
-¡Que bueno es estar de nuevo en familia!
Su esposa le sonrió, y a los niños se les notaba la felicidad por tener a su padre de vuelta.
-En familia papá, -preguntó Manuel.
- hijo, con ustedes y con mamá, Mabel y Ramón.
-Si es cierto, ramón y Mabel también lo son -repuso el pequeño.

-Si ya llevan mucho tiempo con nosotros, así que son considerados como nuestra familia.

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viernes, 15 de abril de 2016

Una llave con pies (Capitulo 6)

Capítulo 6


Ramón mira a su esposa, luego a los pequeños, y por último a su patrona. Da un paso adelante y por su gesto, da entender que revelará algo importante.
−Yo me encargué de votar los residuos de la estatuilla –Ramón bajo la mirada, para no ver el rostro de su jefa.
En vista que su patrona no le dice nada, se dispone a continuar hablando. Pero antes mete una mano al único bolsillo que posee la camisa. Su rostro refleja algo de asombro. Todos lo miraban, expectativos. Sacó la mano del bolsillo y en su mano tenía una llave. Se la muestra a su jefa, ella la toma inmediatamente.
− ¡La llave del auto! –expresa muy dolida por lo que ven sus ojos−. ¿Porque estaban en tu camisa, Ramón?, te pregunte si sabias de la llave y me lo negaste.
−Señora, le aseguro, que no sé cómo llegó la llave al bolsillo de mi camisa.
−Pero estaba en tu camisa. Ahora quiero que sepas, que esa broma te costará el empleo.
−No señora –expresó Ramón, arrodillándose−. No quiero que me aparte de los niños. Ustedes son como mi familia.
− ¡Estas despedido! En este mismo momento, empacaras tus cosas y te iras de la casa.
Aun Ramón seguía postrado de rodillas. Rita bajó del sofá, caminó hasta donde su madre. La mira fijamente. Los ojos de Rita dejan salir unas lágrimas, que luego lo acompaña de un llanto desgarrador. Todos están asombrados. No saben a que se debe aquello.
− ¡Mami!, yo tomé la llave y la coloque en la camisa de Ramón.
− ¡Qué! –respondieron al unísono, menos Manuel.
− ¡Mi amor! Cálmate ya. Explícame porque lo hiciste –le pidió Sofía a su pequeña.
Rita dejó de llorar y miró a su madre, quien la miraba solo esperando una respuesta.
−Escondí las llaves, porque no quería que papi se fuera.
− ¡Ay hija!
Sofía toma a su hija en los brazos y le dice: −Ya sabes, que papi trabaja mucho. Pero él regresará, y te traerá muchos regalos.
− ¿Si mami? –parecía que Rita le preguntaba a su madre.
−Si hija. Ahora prométeme que no harás mas bromas como estas.
−Lo prometo mamá.
Ramón y su esposa se miraron, ocultando una risa que casi se les escapa. Y es que, quien le pide a una niña de cinco años, que deje de hacer travesuras, cuando las mismas están a la orden del dia. Es la naturaleza de los niños.
−Mami, ahora que sabes que yo escondí las llaves. Podrías dejar que Ramón se quede, él no tiene la culpa. No lo puedes despedir por mi culpa.
−Si Ramón, ponte de pie. Ya no tendrás que irte –habló Sofía, brindándole una sonrisa.
Cuando ya todo estaba en calma, Mabel le dice a su patrona:
−Señora, ya el almuerzo esta listo para servir.
− ¡perfecto! Nana. Hijos vamos a almorzar. Ustedes también –señalando a Ramón y a su esposa.
Sofía camina en dirección hacia el comedor, con Rita en brazos. Manuel lo hace al lado de Ramón, y quién lo detiene, agarrándolo por la camisa. El jardinero supone que el pequeño quiere decirle algo, se agacha. Manuel le susurra al oído:
−Gracias, por no revelar la verdad, acerca de la estatuilla.
−No tienes porque darme las gracias. No iba a dejar que castigaran a mis nietos. Además su madre tarde o temprano lo descubrirá.
− ¿Nietos? –Preguntó el pequeño.
−Sí. Manuel. Pero eso será otra historia. Por ahora vayamos al comedor, que nos espera tu madre.

Una llave con pies (Capitulo 5)

Capítulo 5


Sofía recorrió cada lugar visible de la sala, con su vista. Su intuición le decía que algo faltaba en el anaquel, donde estaban los retratos de la familia. Se percató que faltaba la estatuilla, la misma que su esposo había recibido  como un reconocimiento por el buen desempeño  en el oficio.
Revisó todo el anaquel, pero por ningún lado estaba la dichosa estatuilla. Pisó una diminuta pero llamativa pieza con sus pies, se agachó y la tomó con sus manos. Su rostro cambio de tonalidad, reflejaba indignación. En eso entró Ramón a la sala, quien vestía otra vestimenta.
−Ramón, búscame a la nana. Dile que venga rápido.
El jardinero notó a su patrona muy enojada. Mientras caminaba hacia la cocina a buscar a Mabel, se preguntaba, que estaba pasando ahora. Solo había visto una vez a su patrona de esa manera y esta vez, no creía que la llave del auto le había ocasionado tal enojo.
Ramón y Mabel, de pie, frente a su patrona. Ella los mira fijamente, le dice sin más:
− ¿Dónde está la estatuilla?, o mejor dicho, ¿Quién rompió la estatuilla? −mostrándoles la pequeña pieza en su mano derecha.
Tanto Ramón como Mabel, negaron tener algo que ver, con que la estatuilla no estuviese en su lugar. En ese momento, sus dos hijos llegaron a la sala, quienes percibieron a su madre muy alterada. Manuel llevaba con él a un loro.
− ¿Mamá qué pasa? –preguntó Manuel.
−Alguien rompió la estatuilla, pero ya Ramón y Mabel lo negaron. Ustedes saben que le pasó a la estatuilla –les preguntó Sofía sus hijos, mirándolos y esperando alguna respuesta.
Ambos niños se miraron y a la misma vez, luego movieron la cabeza.
−Nosotros no sabemos nada –añadió Manuel.
−Bueno. En vista que no encuentro el culpable, o el culpable no se decide a hablar. Tendré que descontarles a ustedes, el salario correspondiente de dos meses –expresó Sofía mirando a los empleados−. Luego dirigió su mirada a los pequeños: –ustedes no hablaran con sus padres, hasta que él regrese.

Una llave con pies (Capitulo 4)

Capítulo 4


El señor se encontraba recogiendo las pequeñas ramas, luego de haber podado  cada mata del jardín.
− ¡Ramón!, Limpiando las flores –dijo Sofía, parada a unos metros de él.
El jardinero dejó de recoger las hojas, y se acercó a su jefa.
−Así es, señora. Hoy le tocaba mantenimiento al jardín. Acostumbro hacerlo todos los domingos.
−Me parece bien, Ramón. Pero me encuentro aquí molestándote por otro motivo.
−Dígame señora, para que soy bueno. Ah y no es ninguna molestia –expresó Ramón.
− ¿Sabes donde esta la llave del auto?
−No  patrona –respondió inmediatamente−. ¿Porque cree usted, que yo las pueda tener?
−Por Mabel.
−Mabel, le dijo eso –expresó asombrado el jardinero.
−Sí. Ella misma. Me dijo que anoche, usted lavó el auto. ¿Es eso verdad?
−Sí señora, tiene usted razón, pero luego de estacionar el auto en la cochera, dejé la llave, donde siempre: en la mesita de la sala.
− ¿Y no te has fijado si te las llevaste a tu habitación, sin darte cuenta?
−No señora. Estoy segurísimo que la dejé en la sala.
−Si usted, ni Mabel, ni mis hijos, tomaron la llave. ¿Entonces donde estará esa llave con pies? –habló para si misma Sofía.
−Esta bien, Ramón, ven conmigo. Ayúdame a buscar esa llave.
−Voy patrona, pero antes déjeme ir a mi recamara a cambiarme de ropa, que esta ya esta sucia.
−Entonces ve, Ramón. Te espero en la sala.

viernes, 8 de enero de 2016

EL USURPADOR (capitulo 9)

EN LA UNIVERSIDAD

Esteban está sentado en unos de las banquetas de la planta baja de la del edificio de la universidad, donde estudian sus hijos. Ve cuando Gabriel, Katrina y otra chica salen de allí, y caminan hacia el estacionamiento donde está ubicado el auto. Un auto que Esteban no le ha comprado a Gabriel.
−Este debe ser un regalito de Leonel –habla para si mismo Esteban.
La joven que acompaña  a los jóvenes, es la novia de Gabriel. Ya que ella abraza a Gabriel, lo besa y se despide. Su auto está cercano, ella entra en él y se marcha.
Mientras Katrina guarda sus pertenencias en el maletero del auto, Esteban se les acerca. Él lleva un gorro azul, y lentes oscuros. Con una alcancía en la mano, da a entender que es un limosnero. Gabriel al verlo tan cerca, le dice:
Diga señor, ¿necesita algo?, ¿Necesita dinero? –al verle la alcancía en mano, toma unas monedas y las deposita.
No hijo, solo quiero hablar contigo y con tu hermana.
Pero dígame quien es usted, ¿Nos conoce?
Katrina cierra el maletero del auto y se para al lado de su hermano, en vista de la plática que él mantiene con el sujeto.
Soy Esteban, soy tu padre –continua hablando Esteban.
¿Nuestro padre?, ¡pero a que está jugando!, si está bromeando le pido que se vaya. Vámonos de aquí, Keiti −dice Gabriel, abriendo la puerta del auto, para que su hermana entrara.
La verdad es que no tengo mucho tiempo, así que se los diré: no tengo carro, no tengo documentos para demostrar lo que estoy diciendo, pero es que no tengo nada, todo me lo quitó Leonel, desde que ha estado ocupando mi lugar en la familia.
Gabriel no lo deja seguir hablando, y recuerda que ese es el señor que los ha estado acosando por el móvil.
−Vaya, vaya, pero si usted quien nos ha estado molestando…sabemos que le robó el celular a mi padre. Le ruego  que nos deje tranquilos, que deje de acosarnos, o en este momento llamaré a seguridad.
− ¡No!, no es necesario. – pronuncia Esteban, mientras se distancia, pero les dice a los jóvenes unas últimas palabras:
−Le digo que es cierto, Keiti, Gabo, no estoy inventando nada, tienen que cuidarse de Leonel.
Esteban se marcha de la universidad, caminando hacia al apartamento, ya que está a unas cuadras de allí.
Gabriel muy enojado, mira a Katrina y le dice:
¿Pero qué carajo está pasando aquí?, ¡Será que ese señor no dejará de acosarnos!
Katrina le responde:
¿Y qué quieres hacer?, porque podemos denunciarlos con la policía ahora o ir con nuestro padre, él sabrá que hacer.
Pues, vamos a la oficina de papá, porque esto ya me está desagradando.
Gabriel maneja muy apresurado durante aproximadamente veinte minutos hasta llegar al bufete. Ellos piden a la secretaria, que necesitan hablar con su padre. Inmediatamente Leonel se entera que los jóvenes están allí, los hace pasar al despacho.
− ¡Hijos ustedes aquí!, ¿que los hizo venir?, que para que estén aquí tiene que ser algo urgente.
−Papá, aquel hombre extraño que nos estuvo molestando, fue a la universidad.
− ¿Cómo y qué les dijo?
− ¿Y qué nos dijo papá?, ¿Es lo único que te interesa? −Habla Katrina, muy nerviosa y alterada, «y no es para menos por lo que están pasando».
Disculpa hija, no quise decir eso, pero veo que están bien.
−Gracias a Dios no estaba armado, y lo amenazamos de que si no se marchaba llamaríamos a la policía. Fue la única manera que encontramos para apartarnos de ese loco desquiciado. ¡Papá tienes que acompañarnos a interponer la denuncia! –repone, Gabriel.
Sí hijos, vamos ya.
La estación policial está a tres cuadras de la empresa, por lo tanto llegan en minutos. El agente Felipe González, de tez morena y de un metro con ochenta centímetros de estatura, interroga a los jóvenes.

Terminada la denuncia, los muchachos van a la casa, y Leonel hacia el bufete. Leonel le agradece al agente Felipe González vía Whatsapp, por tomar la denuncia, también le pide que no investigue el caso.

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EL USURPADOR (capitulo 8)

ESTEBAN CONTACTA A SUS HIJOS

Al día siguiente, Esteban realiza una llama al celular de su hijo, a las seis de la tarde. Gabriel se encuentra en la sala de su casa.
Gabo, ¿cómo estás hijo?
−«Bien Papá, ¿como estás tú?, ¿cómo te va en el trabajo?»
−No muy bien. Estuve en el hospital.
−«En el hospital, ¿y qué te pasó?»
−Estoy recuperándome, alguien intentó matarme.
−«Ya voy para allá, dígame donde está, ¿mi mamá y Katrina ya saben?»
−Hijo no te puedo decir donde estoy, tampoco a tu mamá y Katrina.
− « ¿Pero porque papá?»
Esteban cierra la llamada. Gabriel quiere comentarle a su hermana lo ocurrido, ya que ella está en la recamara, y cuando se dispone a salir de la casa, Leonel entra a la casa. Esto deja a Gabriel desconcertado.
Papá, ¿Te encuentras bien? –Le pregunta Gabriel.
¡Si claro! ¿Porque lo dices?
Gabriel se queda mirando fijamente a quien cree es su padre.
− ¡Pero si hablé contigo por el celular!
−No sé de qué estás hablando.
− ¿Y entonces quién me llamó?
−No sé hijo –es lo que se le ocurre responder, y sube las escaleras hacia el segundo piso.
Gabriel supone que su papá se estaba volviendo loco, o perdiendo la memoria, por inventar algo y al rato aparecer en la casa sin un rasguño en el cuerpo.

***
Esteban, necesita crearle dudas a su familia, acerca del hombre que está en la casa. Ya lo ha hecho con su esposa, aunque la señora Martha fue quien lo había llamado por casualidad. También ha hablado con Gabriel, solo le falta su hija, Katrina.
Minutos después de haber hablado con su hijo Gabriel, Esteban realiza una llamada al celular de Katrina:
Buenas tardes papá, ¿necesitas algo?
−« No Keiti, solo quería saber cómo estabas.»
−Papá, si quieres hablar conmigo puedes venir a mi cuarto.
−«No puedo hija, estoy recuperándome de un incidente»
− ¿Incidente?, ¿pero con quien estoy hablando señor?, mi papá está con mi mamá en este momento en su recámara. ¿Y cómo es que usted tiene su número celular?, ¿se lo robó?, ¿dígame?
−«Hija en este momento no puedo explicarte nada…»
− ¡Hija!, ¡pero cómo se atreve!, usted está demente.
Responde Katrina eufórica, seguido cuelga la llamada.
Esteban lamenta la forma como está contactando a su familia, pero cree que Dios le está enviando una señal. Una señal que lo ha llenado de valor, sin temor a futuras represalias. Él solo quiere recuperar a su familia.
Katrina sale de su recámara y camina hacia el cuarto de sus padres. Espera unos segundos y llama a la puerta. Al rato su madre le abre.
Dime hija, ¿te encuentras bien?, te noto preocupada.
Si mamá estoy bien, ¿está mi papá? −aunque ha dicho estar bien, su semblante muestra todo lo contrario.
Si hija aquí estoy −contesta Leonel, saliendo del baño.
Papá, ¿tu teléfono lo dejaste en el trabajo?, ¿o se te extravió? –pregunta, bajando el tono de la voz.
−Hija lo que pasa es que fui a un restaurante, cuando regresé a la oficina me percaté que no lo tenía conmigo, y cuando volví al restaurante por el móvil, ya no estaba, pregunte por él, y nadie allí me dio respuesta, así que lo di por perdido.
¿Y cuando nos pensabas decir papá?
− ¿Hija, que pasa con el teléfono de tu papá? −pregunta la señora Martha
−Mamá, que me llamó un señor hace un rato al teléfono para molestar.
− ¿Hija y que te dijo ese señor? –pregunta Leonel.
Que era mi padre, lo pueden creer. No sé qué demente tiene tu celular papá.
− ¡No puede ser! –se rasca la cabeza Leonel.
 − ¿Qué pasa? –le pregunta Martha preocupada
−Que a Gabriel también lo llamó un hombre, diciendo que era su padre. Creo que es el mismo que llamó a Katrina, y que también te llamó a ti Martha.
Martha hace un gesto de aprobación, moviendo su cabeza. Leonel baja con Katrina y Martha hacia la sala. Gabriel no se encuentra allí, por lo tanto, Leonel le pide a Katrina que lo busque, y lo lleve hasta allí. Cuando está la familia completa, Leonel les dice:
−Bien, ahora que todos están aquí quería decirles que, no se preocupen. Ese hombre que los llamó, debe ser alguien que tiene mi teléfono celular, y que solo está dedicándose a molestar. Ahora mismo me encargaré de este asunto, mandaré clausurar la línea.
Todos asienten, esperando que se encargue prontamente de ese asunto.
−Pero papá, como explicas que conoce mi apodo –expresa Katrina−. ¡Y el mío! –añade Gabriel.
−Ese tiene que ser un demente, ¡ciertamente!...entonces para quitar a este  sujeto de nuestras vidas, les pido que todos cambien de número de celular.
−Papá, ¿y crees que eso solucionará todo?, ¿qué tal que sea una persona que nos conozca?, que te conozca a ti, no nos podríamos librar fácilmente de ese desconocido –expone Katrina.
−Hija tranquila, no creo que sea para tanto, ¡estás exagerando!, cualquiera molestia de más, yo mismo me encargaré de denunciarlo a la policía.
−Esperemos que sea así papá –dice Gabriel.

Martha se dirige a su recamara. Gabriel comienza a subir las escaleras, le sigue Leonel y por ultimo Katrina.